En Alemania se ha abierto recientemente un debate sobre el déficit de inversión en infraestructuras. El país, que fue la envidia del resto de Europa por sus autopistas o ferrocarriles, ha visto envejecer estas redes sin la adecuada inversión.
Parece que las solicitudes de nuevas inversiones están empezando a suavizar la posición del ministro de economía, Schauble, que ha presentado un programa de aumento de la inversión prevista en el periodo 2016 – 2018. Pero, como ya se sabe que en economía a los alemanes no les gustan los excesos, la cantidad comprometida no va a ser de momento muy grande. Se constituirá un fondo con 3.500 millones de euros para co-financiar inversiones de Ayuntamientos que estén en situación de debilidad.
Además el Gobierno Federal invertirá 7.000 millones de euros adicionales, de los que 4.500 millones ya tienen destino en infraestructuras de transporte, fundamentalmente autopistas, y conexión de banda ancha en zonas rurales. En total, 10.500 millones de euros, apenas un 0,2% del PIB cada uno de los años. Poco para los 90.000 millones que se necesitan, según algunos expertos.
En conclusión, esta medida no nos sacará de pobres, pero puede estimular también a los ayuntamientos y los estados federados. Es un pasito adelante más en el camino del crecimiento del sector constructor en Europa, tan necesario para la revitalización de la industria siderúrgica.