En los próximos meses, la Unión Europea deberá definirse ante una cuestión que, aparentemente, tiene un alcance limitado, incluso de discusión académica: La condición de economía de mercado de China y su posible impacto en los procesos de defensa comercial que afectan a dicho país.
A los solos efectos de los procedimientos de defensa comercial (principalmente anti dumping y anti subvención), la Unión Europea para reconocer a un país que es realmente una economía de mercado, exige que cumpla cinco criterios, todos de carácter técnico:
- Una moneda con un tipo de cambio que fluctúe libremente sin intervención gubernamental,
- un verdadero mercado libre interior, en el que los costes de producción y los precios de los productos no estén influidos por decisiones políticas,
un gobierno que no intervenga excesivamente en la regulación de los mercados: Los precios se deben establecer sin interferencia de las autoridades, - un sistema contable para la actividad económica equiparable al generalmente aceptado,
- una legislación sobre los derechos de propiedad y sobre la quiebra de las empresas equiparable a la generalmente aceptada, es decir que garanticen seguridad jurídica y estabilidad a los operadores económicos.
Cualquier persona que conozca mínimamente la realidad de la economía china –incluido el actual Presidente del país el Sr. Xi Jinping–contestará de inmediato que China, a pesar de haber recorrido en pocos años un grandísimo techo está, hoy por hoy, lejos de ser una verdadera economía de mercado aunque avanza significativamente y podría alcanzar esa condición a finales de la próxima década.
¿Por qué esta cuestión técnica e incluso académica preocupa a la siderurgia europea? ¿No debería darnos igual, como sugieren algunos “soi-disant” liberales? La respuesta está en la superproducción china de acero, que supone hoy el 48% de la producción mundial y que no es fruto de ninguna ventaja competitiva, sino de decisiones gubernamentales ligadas a los famosos planes quinquenales de las economías planificadas: empresas de propiedad pública en todos los niveles de la administración, dominadas por el Partido Comunista, han invertido sin tasa para construir el gigante siderúrgico que hoy es China.
La sobrecapacidad de producción de acero en China se estima, con cálculos prudentes, en 200 millones de toneladas, que inundan los mercados mundiales, produciendo enormes perjuicios a las industrias que si operan en condiciones de mercado, por no hablar de las condiciones ambientales, que dará para más de una entrada en este blog en el futuro.
La distorsión que tal situación crea en los mercados mundiales, y muy en particular el europeo, preocupa y alarma a nuestra industria, que puede competir sin problema alguno contra empresas que jueguen con las reglas del mercado, pero no contra el apoyo de un gobierno tan poderoso e intervencionista como el chino.
UNESID confía en que las autoridades españolas y europeas, más allá de falsos espejismos sobre tamaños de mercado, apliquen rigurosamente los procedimientos técnicos y actúen en consecuencia. Con ello ayudarán a la débil economía europea, y también a los ciudadanos chinos, por cuanto es un hecho contrastado que los países con mercados más abiertos son SIEMPRE los países con mayor prosperidad para su población, y no lo contrario.
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Foto portada: Australian cowboy, licencia GFDL