Dónde debe producirse el acero

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En más de una ocasión se ha llegado a decir que el populismo consiste en dar soluciones sencillas a problemas complejos. Pero, todo lo que rodea a la producción de acero es tan complicado que necesita de respuestas más elaboradas y trabajadas. De un tiempo a esta parte, tomar atajos intelectuales para abordar determinados temas se ha convertido en una práctica habitual que muy pocos cuestionan. El que esté libre de pecado que vaya tirando piedras.

Sirva el siguiente ejemplo. Antes del verano, en un seminario en Santander, el ex ministro no populista, Carlos Solchaga, aseguró que “las empresas de aceros especiales y aluminio no deberían operar en España” porque, a su juicio, al carecer de gas natural y de petróleo generar electricidad es más caro que en otros países.

Sin profundizar, todavía, en cuestiones de índole económica o de política industrial, resulta que, por un lado, la madre Tierra es caprichosa en la distribución de los recursos; y por otro, que la geología no los ha distribuido uniformemente y, además, no ha creado los suficientes “clusters” que tengan todo lo necesario para abastecernos eficientemente.

Comencemos por China. Este país, que más o menos produce y consume la mitad del acero del mundo, es un fuerte importador de petróleo, gas natural y, también, de hierro, mineral necesario para producir acero. ¿Qué consultor ha ido a Pekín a explicarle a sus máximos dirigentes que tienen que cambiar su política industrial? Y que el tamaño de su mercado esté artificialmente inflado da para otra reflexión.

Eliminada China, el acero lo tendrán que producir los que tengan abundantes hidrocarburos: los países del Medio Oriente (Arabia Saudí) y los del Golfo Pérsico. Arabia Saudí exportó 16,3 millones de toneladas de hierro en2021, una cifra testimonial si la comparamos con los 1.900 millones de toneladas de acero producidas en el mundo. Por tanto, poco podrán hacer por mucho que conviertan todas sus exportaciones de mineral en exportaciones del producto terminado.

Llegados a este punto, continuemos con Rusia. El mayor país del mundo con abundantes recursos naturales de todo tipo: petróleo, gas y, también, hierro. Los rusos pueden concentrar la producción de acero y venderlo al resto del mundo, pero… ¿qué puede salir mal? Solo hay que ver lo que ha pasado con el gas. Sin duda, esa política no ha salido nada bien.

 

En definitiva, antes de tomar decisiones que afectan al bienestar de miles de familias y al funcionamiento de la economía, hay que ampliar la mirada. Tenemos otros recursos básicos necesarios como la chatarra y la electricidad. De momento, en la Unión Europea hay suficiente chatarra. Y aunque la electricidad es demasiado cara, no está escrito en piedra que deba seguir siendo así. También hay que pensar en cómo ser más competitivos apoyándonos en la tecnología, el conocimiento y la innovación. Hay que aproximar la investigación y la producción de los materiales con las industrias que los utilizan como el automóvil, la construcción y la maquinaria, entre otras. Y por último…ya que invertimos muchos esfuerzos, con razón, en impedir los monopolios en nuestro mercado, por favor, dejemos de regalarlos a terceros países.

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