El alto coste medioambiental del acero barato de China

Foto: Fabrica de acero de Benxi (Feb 2013) By Andreas Habich - Own work, CC BY-SA 3.0

Xi Jinping, presidente de China, visitó Gran Bretaña la misma semana que Tata Steel anunciaba recortes de empleos en sus plantas de producción de acero en Reino Unido. El precio mundial del acero se encuentra en su nivel más bajo de la última década, por lo que no es de extrañar que la producción de acero esté convirtiéndose en económicamente inviable. La desaceleración económica de China ha provocado una caída considerable en su demanda interna de acero. Sin embargo, a pesar de la desaceleración actual, para 2030 se estima que producirá aún mil millones de toneladas de acero anuales, la mitad de la producción mundial.

Esta grave crisis pone en peligro no solo los puestos de trabajo de la industria siderúrgica europea, sino toda su cadena de suministro y la riqueza que genera en el entorno. Muchos pueblos con plantas de acero dependen de los trabajadores del sector que son los que mantienen los negocios locales. El propio acero es un material básico para el desarrollo de infraestructuras y construcción, que podría ser la solución a muchos problemas de aumento de las emisiones de CO2 y uso eficiente de los recursos, así como la respuesta a los crecientes desafíos en gestión de residuos. Al ser 100% reciclable, tanto el acero como sus subproductos resultan recursos muy valiosos para el desarrollo sostenible y la economía circular.

Sin embargo, deberíamos pararnos a pensar cuál es el coste medioambiental mundial de las millones de toneladas de acero barato provenientes de China. En 2013, un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos encontró que la contaminación del aire en el norte de China había reducido la esperanza de vida de su población en cinco años y medio. El suelo y los ríos de todo el país se encuentran altamente contaminados. En 2014, The Guardian publicó un artículo acerca de la contaminación en China, mencionando un depósito propiedad de Baotou Steel. Este depósito carece del aislamiento adecuado por lo que, durante los últimos 20 años, sus contenidos tóxicos han ido filtrándose a las aguas subterráneas, fluyendo hacia el río Amarillo -importante fuente de agua potable para gran parte del norte de China-, a una velocidad de 20 a 30 metros por año. La escasez y la contaminación del agua en China son un problema tal que el Banco Mundial advierte ya de «consecuencias catastróficas para las generaciones futuras

Desde agosto de 2015, China está intentando imponer normas ambientales más estrictas, ordenando a los gobiernos locales de las dos ciudades principales productoras de acero a tomar medidas más estrictas con el objetivo de mejorar la calidad del aire. Tangshan -a 200 km al este de Beijing y que produce más acero al año que los EE.UU.-, ha sido una de las más presionadas a reducir el smog fotoquímico y ya se ha comprometido a reducir su capacidad de acero bruto anual en 28 millones de toneladas desde 2013 hasta 2017. Las empresas productoras de acero de esta ciudad se ven ahora obligadas a realizar importantes inversiones para reducir emisiones. La pregunta es ¿será este el punto de inflexión de China?, algunos ambientalistas creen que es demasiado poco y demasiado tarde.

China es el mayor contaminador del mundo; su ascenso económico tendrá un impacto tan grande en el medio ambiente como el que está teniendo en la economía o la política mundial. En nuestras manos está decidir si nos quedamos con los brazos cruzados viendo como una industria sucia y poco eficiente, devora la ambientalmente sostenible industria europea y todos sus puestos de trabajo.

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