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En España tenemos un problema con el coste de la electricidad. El precio se ha multiplicado por 3 entre agosto de 2022 y 2021, en parte catapultado por el gas, lo que ha exacerbado la grave crisis energética que Europa atraviesa. Como resultado, la inflación se ha desatado hasta unos niveles no vistos en 30 años, lo que podría despertar el fantasma de la estanflación de los años 80.

Los paralelismos entre 2022 y la inflación de los 70

En 1973 estalló la “primera crisis del petróleo” tras la guerra de Yom Kippur. La actividad económica cayó por la espiral inflacionista que desencadenó la drástica subida del precio del crudo y las medidas adoptadas para contener los precios. Como se puede ver en el gráfico 1, en España la inflación no bajó del 10% en más de una década, rozando el 30% a finales de 1977.

 

Detrás del regreso de la inflación en 2022 también se encuentra una guerra, si bien el gas ha sustituido al petróleo como epicentro de la escalada de precios.

La historia no se repite, pero rima: el despliegue de las renovables

A pesar de la dependencia europea respecto al gas ruso, los países europeos se encuentran en una mejor posición que en los 70 gracias a la riqueza de las fuentes de generación de electricidad. Tomemos como ejemplo a España (gráfico 2). En 1973 el peso del petróleo y otras fuentes convencionales no renovables representaban más de la mitad de la generación.

Con el cambio de siglo el desarrollo tecnológico ha permitido incrementar poco a poco el peso de las renovables hasta suponer 47% de la energía producida en 2021. El camino del ciclo combinado (gas) ha sido distinto al bajar su peso hasta casi el 18 % en 2021 y sin embargo, marca el precio de la luz como resultado del sistema actual de fijación de precios. De nada sirve que la mayoría de la energía sea renovable si se paga al mismo precio desorbitado.

La actividad económica está resistiendo mejor que en los 70, con un precio del petróleo y otras materias primas más contenidos. Pero si la electricidad o los derechos de CO2 continúan por la misma senda la espiral inflacionista se acentuará, lo que pondrá en riesgo el crecimiento, el empleo y la inversión.

Voluntad política para cambiar las reglas

Todavía estamos a tiempo. La presidenta de la Comisión ha reconocido la necesidad de reformar el sistema de fijación de precios del mercado de la electricidad. Ciertamente el “tope del gas” del gobierno español ha aliviado algo la situación, sin embargo, la solución a la crisis energética se debe abordar a escala europea.

En UNESID llevamos años planteando propuestas a las autoridades nacionales y europeas que reviertan la grave pérdida de competitividad que supone el coste de la electricidad excesivamente alto (especialmente para las industrias hiperintensivas en energía como la siderurgia), por ejemplo:

  • Subastas por tipo de tecnología.
  • Utilizar la reserva de estabilidad del CO2 para reducir su precio.
  • Recuperar el mecanismo de interrumpibilidad para la electricidad, y posiblemente también para el gas.

Se acerca el invierno y si Alemania se constipa por la escasez de gas que se prevé, Europa estornuda. La urgencia de la situación requiere medidas valientes, pero evitemos parches temporales.

 

Foto de portada: David Falconer / EPA / US National Archives

 

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