Lluvia, viento y frío en la factura de la luz

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A lo largo del mes de enero se ha experimentado una escalada en los precios mayoristas de la electricidad que ha producido gran ”alarma social” y que ha dado lugar a multitud de comentarios, todos bienintencionados, aunque algunos poco meditados.

La almendra del asunto – en mi opinión, absolutamente personal – recae en algunos defectos del sistema de formación de precios. Tan desafortunado es decir que el sistema es perfecto como que es absolutamente inútil. Como cualquier obra humana el sistema es perfectible y debemos requerir a nuestras autoridades que lo estudien, sin apriorismos ideológicos, orientando la imprescindible reforma del mismo (en eso parece que hay consenso, salvo alguna autoridad administrativa).

Los defensores del sistema suelen tomar prestado un concepto clásico de microeconomía y argumentan que el precio marginal es el único que funciona con eficiencia en la formación de precios. Permítaseme objetar al menos una parte de ese pretendido axioma.

Nos encontramos con un mercado muy restringido (hay muy pocos operadores), con riesgos claros de oligopolio, lo que obliga a su regulación, lo que supongo no será contestado por nadie. En caso de duda, sugiero al lector que eche un vistazo a otros mercados realmente competitivos y abiertos (no energéticos) existentes en España.

El mercado eléctrico español se caracteriza por la concurrencia de varias tecnologías con costes y disponibilidades muy diversos, desde la prácticamente sin coste energía hidroeléctrica (la única que permite hoy día un “almacenamiento de energía”) hasta los ciclos combinados o las centrales de combustibles fósiles, con una mayor velocidad de puesta en marcha, y un mayor coste, pasando por las energías renovables (viento y sol), difícilmente predecibles, y la energía nuclear, de base, con un coste mucho más reducido y con mucha menor flexibilidad. Aplicar a estas tecnologías y costes el criterio marginalista puede dar lugar a bruscas oscilaciones del precio, convirtiendo al mercado eléctrico en un anhelante espectador de la meteorología, siempre caprichosa, sobre todo en lo que se refiere al viento y a la insolación.

Permítaseme un símil: si los billetes aéreos se pusieran a la venta con el método del coste marginal estoy convencido que la alarma social sería mucho mayor que en los temas hipotecarios y obligaría a modificar el sistema. ¿por qué no en el mercado eléctrico?

Sugiero que la CNMC o como quiera que se llame en el futuro, estudie el porcentaje de contratos bilaterales, no ligados al precio del “pool”, tanto en Alemania como en otros mercados europeos realmente liberalizados e interconectados y que estudie los incentivos que deberían tener los operadores españoles para avanzar en ese camino.

Negar la evidencia de que el mercado necesita una reforma puede satisfacer los prejuicios ideológicos de algunos pero por lo menos a mi juicio supone despreciar las señales que el propio mercado nos envía cada día, por ejemplo que el precio de los futuros es consistentemente más barato en Alemania que en España. Y de paso no estaría nada mal que la CNMC obligue al operador del mercado a que sea transparente en la información que facilita ya que dista mucho de ser transparente, accesible y cómoda para el conjunto de los ciudadanos que, al final, son los que sufren o disfrutan de los frutos de dicho mercado.

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