Tercer aniversario de la adhesión del 100% de los productores siderúrgicos al Pacto por la Economia Circular.
Las industrias del acero al completo firmaron este pacto el 23 de noviembre de 2017, siendo el primer sector adherido al 100% en rubricar este gran compromiso.
Cuando los siderúrgicos rubricaron este acuerdo, realmente parecía que el texto estaba escrito pensando en la producción de acero: un material 100% reciclable y un sector que se esfuerza por darle uso a todo lo que sale adicionalmente al acero (escorias como áridos, material cementante, compuestos para fertilizantes, destilados del coque, cascarilla, materiales aceitosos, polvos de acería, restos de electrodos y de refractarios, etc.). Entonces ya cumplíamos o trabajábamos intensamente en todas esas cuestiones. Por ello, los productores de acero y muchos de sus transformadores nos adscribimos rápido y al completo al acuerdo.
Pero, tres años después, aquella primera alegría ha decaído ya que, o mucho cambian las cosas o vamos camino de que pasen otros tres y sigamos sin que la Administración dé pasos más tangibles hacia la Economía Circular.
En estos treinta y seis meses, al igual que venía haciendo, las compañías siderúrgicas hemos seguido esforzándonos por continuar recuperando, reciclando y reutilizando todos los materiales que se generan en el proceso de producción de acero. Sin embargo, este esfuerzo no siempre se percibe simétrico por parte de las Administraciones Públicas. Y la pelota está en su tejado.
Los aceristas llevamos muchos años detrás de una solicitud de subproducto o fin de condición de residuo de los áridos siderúrgicos producidos a partir de escorias: la lava que flota sobre el acero durante su producción, manteniendo su temperatura y protegiéndolo de la oxidación. Y todavía llevamos muchos más años detrás de que los mal llamados “materiales secundarios” —que deberían llamarse “prioritarios”— tengan una acceso justo al mercado, en función de sus estupendas propiedades técnicas y sus innegables beneficios ambientales, evitando así que se horade nuestra naturaleza y se ocupen los vertederos.
Llevamos años esperando que las tan esperadas compras públicas verdes sean una realidad, pero la situación es tozuda: ningún estamento parece querer poner en valor económico real a los productos con bajo impacto ambiental o al apoyo a las tecnologías que las proveen. Cuando se envían enmiendas a alguna ley para que lo incluya sin retorcidas expresiones, aparecen “fuerzas mágicas” que lo deslavazan.
No queremos subvenciones, solicitamos únicamente que se dé oportunidad a los materiales alternativos, que se deje demostrar su valía y se consideren sus benéficos ambientales. Se trata de dejar de poner palos en las ruedas a materiales con los que se puede y se debe competir.
Cuando en un mercado justo el material se reúsa o se recicla es porque, efectivamente, el sistema funciona. Si, por el contrario, hay que definir mercados cautivos, mantenidos en el tiempo para los residuos de ciertos flujos de materiales —toda vez que inicialmente se les facilitó la entrada en el mercado para aclarar las inercias que provoca su desconocimiento—, o bien el material que lo originó es demasiado barato, sin tener en cuenta los impactos que genera en su ciclo de vida completo -incluyendo la fase de residuo-, o nunca debería haber estado dedicado para dicho uso. Una vez que hay conocimiento de los materiales y los ciclos, un sistema que considera las externalidades, debe funcionar solo.
Han pasado tres años y siguen sin culminarse las tramitaciones del Ministerio para la Transición Ecología y el Reto Demográfico, falta agilidad —aun entendiendo las limitaciones de personal y presupuesto —a un Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana que se esfuerza, pero no acaban de cuajar las propuestas en textos directamente aplicables en la compras públicas verdes.
Debemos avanzar para vaciar los vertederos de materiales con clarísimas y valiosas aplicaciones que, además, preservarían el uso de recursos naturales.
Aprovecho este tercer aniversario de la firma para pedir que no tengamos que esperar otros tres años más para solucionar este tema. No podemos demorar la optimización y el aprovechamiento; no derrochemos más tiempo, nuestro país debe tomarse en serio todo aquello que nos conduce a una verdadera Economía Circular. Llevamos tres años de más desaprovechando recursos.
Confío en que no pasen tres años hasta poder escribir otra entrada de blog agradeciendo a la Administración que, por fin, haya permitido que los áridos siderúrgicos compitan justamente, con condicionantes justos y sin miedos atávicos, frente a áridos extraídos de la naturaleza.
¿Quién se anima a hacer el primer comentario, pregunta o puntualización?