No me cansaré de repetirlo: el acero es vital para fomentar la descarbonización de Europa. Resulta imposible construir aerogeneradores o placas solares sin acero, por lo que sin este material, las energías renovables serían inviables. Una lavadora puede transformarse al final de su vida útil en una bicicleta que, a su vez, podrá posteriormente transformarse en un aerogenerador. El acero se puede reciclar infinitas veces y por ello resulta clave para alcanzar la economía circular.
Las políticas de cambio climático de la Unión Europea han impulsado la inversión de los sectores industriales intensivos en energía en tecnologías bajas en carbono, pero aún queda mucho camino por recorrer. Es necesario innovar e invertir en nuevos proyectos que mejoren el rendimiento de las instalaciones y para ello las empresas necesitan poder acceder libremente a los mercados de capital.
Pero ahora la Comisión Europea se ha inventado un nuevo instrumento que pretende limitar el acceso a ese capital. Con una nueva nomenclatura, que denomina “taxonomía”, decidirá qué actividades económicas se consideran inversiones sostenibles y cuáles no. Las entidades financieras ven grandes beneficios a esta propuesta. Todo el mundo se inclinaría por tener su hipoteca en un banco que te asegura que invierte en “actividades sostenibles”. El problema es que muchos sectores que se encuentran ahora mismo en el camino de mejorar su comportamiento ambiental podrían ver limitado el acceso a la financiación. Como consecuencia, no podrían innovar y modernizarse para adaptarse a los objetivos climáticos y morirían devorados por la competencia internacional.
No debemos olvidar que el concepto de sostenibilidad vas mucho más allá de la lucha contra el cambio climático. Para determinar si una actividad es verdaderamente sostenible, debemos analizar su comportamiento ambiental, económico y social de un modo global. El cambio climático es un problema importante a resolver, pero debemos escoger el camino correcto. Si limitamos el acceso a la financiación de la industria más eficiente del planeta, desplazaremos la producción de bienes a otros países donde el acceso no esté limitado. A la vez que desplazamos la producción, desplazaremos también las emisiones contaminantes a lugares donde el medio ambiente y la sociedad no están tan protegidos como en Europa y la población sufrirá las consecuencias.
Debemos darnos cuenta de que el camino más corto no siempre es el más rápido, ni el más efectivo. Las economías modernas están basadas en cadenas de producción complejas y dinámicas, cualquier injerencia artificiosa en el sistema financiero, puede generar un efecto mariposa de consecuencias indeseadas.