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El informe Draghi se basa en mensajes que no deberían sorprender: necesitamos una política industrial para ser competitivos frente a Estados Unidos y China, pero también necesitamos energía barata, y la política comercial debe acomodarse a la política industrial, ya que las industrias intensivas en energía son una parte vital de la economía europea. Sin embargo,  sorprende ver todas esas propuestas en un mismo documento firmado por alguien con peso en la Unión.  

Una propuesta innovadora

Por fin, tras una larga espera de un año, Mario Draghi ha presentado su informe, justo a tiempo para que pueda servir de discusión para la nueva Comisión Europea. Repasemos a continuación los aspectos más relevantes para el sector siderúrgico:

En el documento declara que el objetivo del informe es desarrollar una nueva estrategia industrial para Europa. Esto supone una ruptura con el enfoque tradicional de aceptar que nuestra economía se base cada vez más en los servicios.

Draghi identifica la raíz de nuestros problemas económicos en una brecha de innovación con Estados Unidos y China. También se aleja de la postura tradicional de la Unión que busca “el dividendo de la paz” mediante el comercio, reconociendo la complicada situación de competencia comercial con los otros dos grandes bloques.

El análisis de la política comercial es otro punto de fricción con la posición histórica de la UE. Reconoce que “la era de un comercio global abierto gobernado por instituciones multilaterales parece estar cerrándose, y la política comercial de la Unión Europea ya se está adaptando a esta nueva realidad”. En consecuencia, para el autor del informe la política comercial necesita estar completamente alineada con la estrategia industrial europea. Así, apuesta por abandonar una aplicación puramente positiva de la regulación para pasar a defender el interés específico caso por caso. De igual manera, propone que se puedan mantener las barreras bajas en casos en los que interese acelerar la innovación tecnológica mientras que, en otros, la descarbonización aconseje usar medidas defensivas para lograr un campo de juego equilibrado.

Siendo Draghi un economista de prestigio, utiliza principios económicos básicos, proponiendo la inversión como una de las políticas horizontales principales para estimular el crecimiento y ser competitivos. El objetivo propuesto de inversión llevaría, si se alcanzara, a hacer crecer sustancialmente las cifras actuales de consumo de acero en la Unión Europea.

Energía

Dentro del análisis sobre la falta de competitividad, Draghi apunta al elevado precio de la energía como uno de los principales motivos de este problema. El gas ha sido históricamente entre dos y tres veces más caro en la UE que en EE.UU. y, ahora, lo es entre tres y cinco veces. El precio minorista de la electricidad es entre el doble y el triple más caro que en EE.UU. y China, sin contar el diferencial interno entre los Estados Miembros. El impacto se nota aguas abajo en toda la actividad económica, drenando recursos en Europa y no así en nuestros competidores.

Cuando analiza las causas de esta carestía apunta al mecanismo marginal de precios, citando que en 2022 el gas natural fijó el precio de la electricidad en el 63% del tiempo, siendo solo el 20% de la generación.

Para reducir los precios apuesta por acelerar la descarbonización y separar la remuneración de las energías renovables y la nuclear de la generación con combustibles fósiles. No propone, sin embargo, ningún cambio radical en el mercado (defiende mantener el sistema marginal para tener una correcta señal de precios) sino el desarrollo de contratos a largo plazo en forma de PPAs y CfDs.

 

 

Industria

La primera frase del capítulo dedicado a las industrias intensivas en energía supone un apoyo fundamental a nuestro sector, para dejar de verlo como una actividad negativa, y pasar a reconocer su papel positivo: “las Industrias intensivas en energía son una parte vital de la economía europea y juegan un papel crítico para reducir las dependencias estratégicas de la Unión.” (p.92 Análisis).

Las causas de la brecha de competitividad coinciden con el análisis elevado desde la industria: altos precios de la energía y de los derechos de emisión, inversión necesaria para descarbonizar muy elevada y sin un claro modelo de negocio, campo de juego desequilibrado con regulación compleja y falta de desarrollo de la circularidad.

Medidas

Draghi asegura que las necesidades de inversión para cerrar la brecha con EE. UU. para cubrir los objetivos de la Comisión (transición energética, digital, satisfacer las necesidades de seguridad y aumentar la productividad) alcanzan los 750 – 800.000 millones de euros anuales, entre el 4,4 y el 4,7% del PIB de la UE. Es importante recordar que el Plan Marshall solo supuso entre el 1 y el 2% del PIB.

La cifra es imposible de alcanzar solo con el sector público. El informe compara estas necesidades con los fondos Next Generation, que han llegado a 807.000 millones, pero durante un quinquenio. Propone, por tanto, estimular la inversión privada mediante, entre otros instrumentos, el uso de la política fiscal, reducir trabas, disminuir el coste de la financiación y facilitar su acceso, o reducir la fragmentación.

Mirando al futuro

Mario “lo-que-haga-falta” Draghi es un hombre con muchísima experiencia en instituciones europeas y conoce mejor que nadie lo difíciles que son los cambios y las fricciones que se generaron para poner en marcha los mecanismos para salvar la crisis del euro. Lo que propone supera con creces los esfuerzos realizados tras la crisis financiera, y también tras la COVID-19 y la guerra de Ucrania. Las cifras son, probablemente, una llamada de atención: la magnitud del problema es enorme y hacen falta medidas de la misma escala. Se deriva otra conclusión, aunque él no la menciona: el objetivo de la transición energética es inalcanzable, o solo se puede alcanzar con un impulso que no se está produciendo.

El interés del informe es indudable. Llega en un momento de cambio de la Comisión y en el que se está produciendo una matización (no radical) desde el Pacto Verde al Pacto Limpio, en concreto con el mandato de un plan industrial limpio (verde parece una palabra proscrita en VDL2). Pero Draghi no tiene función ejecutiva y la gobernanza de la Unión Europea limita las posibilidades de una adopción intensiva de las medidas propuestas. Por lo tanto, el informe debe ser una herramienta para que los sectores interesados en contar con una política industrial la utilicemos como apoyo a los puntos que nos interesan, como las medidas para reducir el precio de la energía, la implantación de una política comercial que defienda los intereses de la UE o el apoyo a la descarbonización.

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