El periodo de entreguerras entre las elecciones europeas y la entrada de la nueva Comisión Europea, con posibles retrasos hasta diciembre, está generando muchas tensiones. La presidenta Von der Leyen ha buscado repartir responsabilidades, aunque las presiones internas están a la orden del día. La vicepresidencia española será clave en la transición justa y competitiva, mientras que las disputas políticas entre comisarios de diferentes signos aseguran un mandato desafiante.
El interregno entre las elecciones europeas y la entrada efectiva de la siguiente Comisión es uno de los más largos del mundo: los comicios tuvieron lugar el segundo fin de semana de junio y la nueva Comisión debería entrar en funcionamiento el 1 de diciembre, aunque eso todavía no es seguro, a resultas del proceso de audiencias-comparecencias en el Parlamento Europeo. Esta vez, la presidenta de la Comisión y algunos comisarios repiten, aunque estos últimos con funciones diferentes, pero el resto son, de hecho, “patos cojos” desde el mes de junio, aunque algunos los lleven con más dignidad que otros.
Centrándonos en el nuevo equipo, destaca el intento de la presidenta Von der Leyen por repartir responsabilidades y solapamientos, quedándose ella con la palabra final en cualquier disputa.
Produce ternura leer las cartas de encargo, en las que insta a los comisarios designados por los Gobiernos respectivos a trabajar “colegiadamente”. Que se lo pregunten al purgado Breton, que acusó a la presidenta de trabajar aislada y de tomar decisiones sin consultar al Colegio de Comisarios.
La representación española ha obtenido una importantísima vicepresidencia, que será responsable de transición justa, competitiva y limpia (lo de verde ha pasado a ser una palabra tabú), al tiempo que, en lo que es más efectivo, se le encarga la Dirección General de la Competencia que, con sus casi 900 funcionarios, es la Dirección General más poderosa de la Comisión, junto con la de Comercio, que ha recaído en el muy experto Sefcovic. UNESID estará atenta para comprobar el pulso con el que quiere dirigirla y cómo afectarán sus decisiones al sector de la siderurgia.
Sefcovic, al igual que el letón Dombrovskis (ahora responsable de Economía, Productividad, Implementación y Simplificación), han sido rebajados de rango (de vicepresidente a comisario) pero les garantiza a ambos línea directa con la presidenta de la Comisión, al igual que al polaco Serafin, responsable de Presupuestos, Antifraude y Administración Pública.
Las disputas competenciales y políticas están aseguradas, en particular entre el vicepresidente francés, Sejourné, del que se desconoce experiencia de gestión alguna, y la vicepresidenta española, que debe “supervisar” a cuatro comisarios, tres de ellos de distinto signo político, en áreas como Salud y Bienestar Animal [sic], (Várhelyi, HU, Patriotas); Energía y Vivienda Asequible [sic] (Jorgensen, DK, socialista); Clima, Cero Emisiones Netas y Crecimiento Limpio (Hoekstra, NL. PPE); y Medio Ambiente, Resiliencia del Agua y Economía Eircular Competitiva (Roswall, SW, PPE).
Continuará…